¿Es efectivo el castigo?

El método más extendido para intentar modificar o encauzar la conducta de un niño/a ha sido, y casi que podemos decir que sigue siendo, el castigo.

El motivo de que su uso esté tan extendido es debido a que es el método con mejores efectos en la conducta a corto plazo. Recíprocamente, los padres y madres se ven reforzados por su efectividad y lo usan más. Es decir, me sirve, pues lo uso. Pero lo que tenemos que preguntarnos es ¿realmente que aprende mi hijo/a con el castigo? ¿esos aprendizajes se mantienen a largo plazo?

Con el castigo no enseñamos una conducta alternativa más apropiada a nuestro hijo o hija, sino que le enseñamos a evitar o reducir esa conducta problema y por supuesto, a evitar el castigo.

Enumeraremos una serie de razones por las que debemos evitar el uso del castigo y optar por técnicas más positivas que iremos comentando detalladamente en entradas sucesivas de nuestro blog.

  • El castigo genera sentimientos de miedo entre padres e hijas.
  • El castigo produce conductas de huida y evitación respecto a la persona que castiga.
  • El castigo enseña a engañar, a huir, a escurrir el bulto para escapar del castigo, a hacer lo que quiere cuando no le vean, etc.
  • El niño/a aprende a comportarse agresivamente imitando el modo como se le trata. No olvidemos que los niños/as imitan todo lo que ven y oyen.